Pss pss

¿Te gustaría quedarte?
Haz click aquí para seguir este blog.

.

.
Con la tecnología de Blogger.

Búsqueda

Escribe abajo lo que quieras buscar y presiona Enter

sábado, 27 de septiembre de 2014

Lloviendo por no llorar

        

Te perdí en un abrazo,
hoy lloran los aeropuertos.
Está lloviendo dicen otros.

Te recuerdo de espaldas,
dos maletas y el pelo suelto,
era jueves creo.
Nunca me río los jueves.

Se cruzaban las llegadas con las despedidas,
en un abrazo nadie sabría diferenciar
quien trae el amor y quien se lo lleva.
Es el número impar el que a los cinco minutos
te cuenta el secreto.
Nunca el dos fue tan divisible.

Ha pasado el tiempo, ya es otoño,
el verano fue una puta con jaqueca,
le he dicho hasta la próxima
con unas simples mangas largas.
Ojalá todo fuera tan fácil.

Sigue llorando,
la ventana del salón parece que ha tenido un orgasmo,
hay gotas de sed que deletrean tu nombre,
echar la persiana es como dormir del otro lado
de uno mismo.

Odiaba la lluvia hasta que se vio en un charco,
luego ocurrió que hubo nubes
enamoradas de su pelo
y un desahucio de paraguas
en el pecho.
Hoy si quiero algún relámpago
me acuerdo de su sonrisa.

No miré si el avión pintó en el cielo un corazón roto,
no se si a través de la ventanilla  la ciudad
se te hizo tan pequeña que la olvidaste.
Supongo que me marché,
que era jueves
y que no había llovido todavía.

Y ni de eso estoy seguro.
Tal vez mañana en lugar de en un aeropuerto,
te perdiera en una nota pegada en la nevera,
en un tren en dirección contraria,
en un beso de otro,
en una carta sin remite,
en un coche a ciento sesenta
por la autopista más triste de mi alma,
o en un suspiro.

Cualquier cosa es valida para no aceptar la derrota.
Por que alguien que ha probado tus labios
ya nunca puede aprende a perder.

Y no, no hubo aviones,
ni aeropuertos.
Tampoco abrazo.

Pero el cielo sigue llorando.


Compártelo si te gusta:    Facebook Twitter Google+

Que el tiempo nos encuentre

        


Aguantaron hasta el final sin saltarse una sola parte del guión que llevaban repitiendo noche tras noche. Una actuación limpia, perfecta; ni un solo titubeo salió de sus labios, a pesar de que sabían que sería la última actuación de todas. Cuando se cerró el telón tampoco hubo ninguna señal anómala. Se quedaron fijos, quietos, mirándose a los ojos, hasta que el último espectador hubo abandonado su asiento. Entonces, y solo entonces, un leve suspiro improvisado se escapó inevitablemente de sus bocas. Ahora tocaba regresar a los camerinos y recoger las cosas. Pero, ¿qué pasaba con los recuerdos, con el estremecimiento, con los besos entre bambalinas.. con ellos? No. No podían huir y acabar con todo. Así que regresaron a sus posiciones. Ahora el eco devolvía todas las palabras pronunciadas noche tras noche en medio del silencio. Pero ellos se quedaron fijos, quietos, mirándose a los ojos, esperando que las luces se volvieran a encender, hasta que el tiempo los encontrase de nuevo.
Compártelo si te gusta:    Facebook Twitter Google+

En el adiós ya estaba la bienvenida

        


Por última vez, coloca todo muy cuidadosamente. Como si nada nunca hubiera roto la paz y realmente la vida fuese inalterable. Coge todo lo que puede del cajón de los recuerdos y se llena los bolsillos, aún consciente de que muchos se caerán por el camino. De puntillas, para no hacer ruido, avanza con decisión por el pasillo. Y con el sabor amargo de la despedida aún en la punta de la lengua puede entender la fastuosidad amarescente de los finales. Solo que esta vez no es un cartel de letras claras sobre fondo oscuro el que anuncia que ya se acabó todo, y que además, mientras recoge las maletas, sabe que esto no es el final, sino solo el comienzo de una sucesión de días clonados.
Compártelo si te gusta:    Facebook Twitter Google+

martes, 23 de septiembre de 2014

        


Co­mo él di­ce, a fin de cu­en­tas, un homb­re no di­fi­ere muc­ho de una mu­la o un ca­bal­lo, sal­vo que el ca­bal­lo o la mu­la ti­enen al­go más de sen­ti­do co­mún.


Compártelo si te gusta:    Facebook Twitter Google+

jueves, 18 de septiembre de 2014

Todo

        



Todo me recuerda a ti,
las noches oscuras con mejillas sonrojadas- como aquélla en que hallaste cobijo entre mis piernas-, las nubes que se desplazan hacia donde muere el sol, y el gorjeo de un jilguero que anuncia la promesa de la floración tras el estertor del hielo.
Todo me recuerda a ti,
las favilas que cabriolean desde la lumbre de unos ojos que acaban de conocer el amor, y las manos que se enredan con fervor de hiedra a una espera, como te espero yo, abrazándome tan fuerte que se me quiebran las costillas.
Todo me recuerda a ti,
al calor del primer beso que descendió hasta alcanzarme los labios, el palpitar de mis entrañas al sentir la turbulencia de tu invasión, a mis gemidos y tu voz.
Todo me recuerda a ti,
desde el olor a salitre de un batiente donde se quiebran las olas, hasta el sabor amargo y dulce del final del día, cuando regresas a casa después de una tormenta. 
Todo.






Compártelo si te gusta:    Facebook Twitter Google+

Me cansé de hablar de amor

        



Es verdad, lo admito, lo pasé de puta madre contigo. Me volvías loca. No sabía controlarme si estabas a mi lado. No sabía que existía un mundo si tú no estabas a mi lado. Perdía total y absolutamente el control. No me preguntes porqué, no lo sé. Solo sé, que no sé cómo ni cuándo, pero me dí cuenta. Cuenta de que lo nuestro no podía seguir así, que era algo de lo que en un futuro me arrepentiría. Me dí cuenta de que hasta aquí podríamos llegar, que lo nuestro empezó pero que también terminó. Que me dí cuenta de lo que pude llegar a hacer por culpa del amor. Porque te quería, y por ti lo hubiese dado todo a pesar del daño que me hacías.

¿Pero sabes? Por suerte me he dado cuenta de que en un pasado hice cosas para las que hoy no hay vuelta atrás, pero eso no va a suceder más. Se acabaron las medias verdades, los engaños y la hipocresía. ¿Y sabes por qué? porque hoy soy yo la que quiere cambiar ese futuro y tú... tú no entras en él.
Compártelo si te gusta:    Facebook Twitter Google+

martes, 16 de septiembre de 2014

Mi alma la tripula el viento de tu respiración

        


Besa, hasta que sean de piedra tus labios y tu lengua. Acaricia, hasta que tus manos me desgasten. Entrégate, con el calor del deseo. Con fervor, con pavor; no retrocedas... Y en la batalla de labios y caricias, en la batalla tibia de dos cuerpos, baja lentamente, hasta cavar muy hondo, entre dos muslos. Y así, de toques a besos, de humedad a silencio, te creces en ternura, y bebo de tu saliva, el aroma de mi cuerpo.
Compártelo si te gusta:    Facebook Twitter Google+