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martes, 5 de agosto de 2014

Vacío

        

A la penetración física la llamamos sexo, lo cual es una cosa muy superficial. A la penetración mental la llamamos amor, la cual es algo, de lejos, mucho más profunda, mucho más significante, más importante, más hermosa, más natural. La primera es animal, la segunda es humana. Y luego hay un tercer tipo: cuando dos conciencias se encuentran, emergen, se funden y fusionan en una. ¿Cómo llamar a ésta? No importa. No hace falta ponerle nombre a todo. Sin embargo probablemente nunca hayas oído hablar de ella. Incluso la primera es una rareza. Se trata de una liberación, un baile, un estado extático de energía que fluye. Y recorre todo el cuerpo; no es sexo es físico. Cada célula y cada fibra de tu cuerpo palpita con fuerza antes de relajarse completamente. Pero si muchas personas no conocen ni lo que es un orgasmo ¿cómo hablar de esto?  No importa. No hace falta que digas nada. Recuerda, dos cuerpos simplemente pueden tocarse; no pueden superponerse, son solo materia. Músculos, huesos, tendones y tejidos. Si hay una piedra en un sitio no puedes colocar otra cosa en el mismo lugar; el espacio está ocupado. Y cuando dos cuerpos se encuentran es como un choque entre dos piedras, entre dos mentes, dos psiques. Es como mezclar agua y aceite, sigue existiendo una división sutil. Pero cuando permites a una persona acercarse tanto que las mentes se solapan, entonces y solo entonces, podrás ser uno. ¿Por qué? Porque todo el vacío del mundo puede caber junto en un mismo espacio, simultáneamente, sin restricciones; porque dejas de ser alguien, tú, yo o él y te vuelves un sencillo vacío de ti mismo.

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