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miércoles, 20 de agosto de 2014

Lacan

        

Psicoanalistas a domicilio acuden a su casa en un intento fallido de bucear en ese entramado que tiene por mente. El caos es demasiado grande hasta para los mejores especialistas, que van desistiendo de uno en uno. Todos fuera. Se alejan frustrados, confusos y sin respuesta. No pueden ofrecerle nada que mitigue ese dolor que lleva dentro. El blindaje es su mejor jugada, el escudo perfecto, el engaño definitivo. Y lo bueno, lo mejor, lo realmente genial del plan, es que ella se lo cree. ¿De qué sirve darle vueltas a los casos perdidos? Olvida, se recompone y cada mañana sale de casa con su nuevo disfraz; impecable, feliz de puertas afuera aunque perdida en su interior, vacía, sin dirección, sin control...¿Por qué, -si todo parece estar bien y su vida es tan perfecta en apariencia- siente esa apatía existencial? Siempre con la mirada perdida hacia ningún sitio. Ausente cuando nadie la ve.



- Dígame, doctor ¿es grave? ¿Tiene solución?
- Nada que no pueda arreglarse con un cambio.
- ¿Un traslado? ¿Un viaje? 
- No, de personalidad. Dejar de ser quién y cómo es.


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