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viernes, 2 de agosto de 2013

Ese beso

        
Sin darme tiempo, captura mis labios con los suyos. No me lo puedo creer. Me está besando. Siento un mareo intenso, todo mi ser se concentra en el beso. Le paso la mano por la nuca y empiezo a devolverle el beso. Ya es tarde.

Siento cómo se separa de mí y lo pierdo para siempre.


-         Vete. Vete ya.

Sin pensarlo dos veces, sin mirarlo siquiera, cojo como puedo el bolso, el móvil y mi carpeta con una mano y, sin mirar si vienen coches, abro la puerta y corro. Corro sin mirar atrás. Aunque quisiera, no hubiera podido.


Al llegar a la esquina, donde ya no puede verme, me apoyo contra la pared y me cubro la cara con las manos. Me tiemblan las piernas, me duele el estómago y tengo lágrimas en los ojos. Pero lo peor es que me ha marcado a fuego con sus labios. Seguro que es sugestión, pero siento que me arden. Lo siento de veras. Y nunca antes me había pasado.

En mi cabeza retumba una cita, como si esa fuera mi sentencia: “Ese será el beso por el que medirás los demás el resto de tu vida”.
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