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domingo, 31 de marzo de 2013

Desaliento

          3 se atrevieron a hablar   


El frío de abril da irrealidad al cielo por haber llegado tan tarde. Es solo este frío a deshora el que ha propiciado el desastre. Si la devastación hubiera llegado un minuto antes de la tragedia, pensamos, la sangre enferma no se hubiera propagado tan deprisa, y nos hubiéramos ahorrado el tener que ahogarnos en nuestro propio veneno.
Fue después del beso en espiral cuando nuestra última mirada cayó al suelo, rompiéndose con un lánguido estrépito. En ese momento tuvo lugar nuestro vértigo y nuestra tragedia. Como la de los grandes héroes griegos. Se empieza a morir bien en fragmentos de espejos reflejados. Pero el estruendo de cristales rotos de nuestras miradas al romperse no sobresaltó a nadie. Ni a nada. Ni a nosotros. Que pasaría esto ya deberíamos haberlo adivinado porque de antemano lo supimos. Y es que cuando la voz solo sirve para cantar a los sordos es grave.
No hay otro secreto que este. No hay solución de continuidad. No hay otro final posible. No se puede vivir sin vértigo, ni sin esta tragedia nuestra, que nos embota como la fiebre incubada en un frío mes de abril.


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© JIP

        
Sentirse a veces, así, como un damnificado llorica, en noches como ésta, de insomnio terrible, de terrible soledad, cuando estufas y mantas nada hacen porque el frío lo tienes dentro, aferrado a tu tuétano. Te ves en texturas de sueño consciente, de consciente pesadilla, autocomplaciente y dañina. Te ves cabizbajo, arrastrándote, serpeando moribundo como una víbora de labios sellados. A cuestas llevas la pequeña caja con tus restos, los que creíste oportuno salvar, aquellos que pensaste valían.

Tu vida ardió. Desde los cimientos. En algún momento pasado, no hace tanto, aunque prefieres no pensar cuándo porque seguramente lo sabes. Quizá tú prendiste la llama. Insensato. Idiota, Irresponsable. Demasiadas íes. Y todas sin punto. Demasiados cabos sueltos como para que la treta suicida te saliese bien. Te quemaste. Sí. Todo ardió, se lo comieron las llamas, te devoraron… y durante mucho tiempo solo fuiste brasa. Una brasa que sólo supo llorar.

Un día decidiste pasearte por tus cenizas, por tus negros parajes, los restos del naufragio. Cogiste una pequeña caja y empezaste a recolectar. Esto lo quiero, lo necesito, está chamuscado, no sirve, pero da igual; esto vale… lo necesito. Y así con esto otro, y con aquello de más allá. Deambulando entre el bosque arrasado de tu alma no dejabas de agacharte y guardar. ¿A qué salvar tanta cosa? Casi todo quemado, renegrido, inútil; peso muerto. ¿Por qué tanta carga? Pretendías engañarte, pensar que se podía reconstruir alguna cosa a partir de toda aquella escoria. Te habías prendido fuego. Echado a perder. Tirado consciente por la borda. Y ahora lo querías negar. Y ahora querías echarte atrás. Pero no pudiste. No pudiste negar tus llamas, no pudiste obviar tu error… Y, lo peor, a partir de entonces ni siquiera supiste llorar.

Para qué esas lágrimas si ya no había nada que apagar, si el fuego se lo había llevado todo. Bueno, no todo. Quedaba la caja. Ese atado de recuerdos ajados e inútiles trastos, todos inservibles. Esa caja que pesaba tanto, que doblaba tu espalda y mataba tus brazos. Que no te dejaba alzar la cabeza, los ojos, la vida…

¿Dejaba? ¿Acaso la dejaste atrás? Crees que ya cesó el tiempo del arrastrarse porque puedes volver a amar. Porque puedes volver a llorar. Te sientes germinal, renaciente, reverdecido fénix de perennes alas… Sí. Es mejor así. Pero mira bien. Lo sabes. ¿Cuántos pasados chamuscados conservas todavía? Ahí los tienes, hiriendo, enfermándote, tiznando tus adentros. No. No mires atrás. Sí. Allá quedó la caja, tirada en la nada. Todos aquellos daños ya no existen. No te pueden alcanzar.

Pero estos otros, estos de los que te hablo, no los llevas encima; exteriores. No. Lo sabes. Aunque no lo reconozcas. Lo sabes.

Con sangre y bilis y rabia… estos los vas a tener que vomitar…


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Todo rasurado

          ¿Quieres decir algo?   


Todo rasurado:
hasta la última pestaña
de esta pesadilla monótona.
Todo rasurado.
Todo falso.
Imitación punk de una poeta muerta.


Si Pizarnik resucitó, ¿lo harás tú,
suicida idiota,
que miras desde el reflejo?


Todo rasurado,
¿coño o corazón?


eso qué importa cuando ambos huelen a vida,
cuando ambos sangran y tiñen de amor.


Todo rasurado para sentir mejor el hielo.
Todo frío.
Todo muy frío y hermoso.
Todo vacío, por última vez.


Luna Miguel
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domingo, 24 de marzo de 2013

Echarnos la culpa ya no sirve de nada

          2 se atrevieron a hablar   

Me acuerdo que hablábamos mucho, pero en realidad no decíamos nunca nada. Quienes mejor se comunicaban eran nuestros cuerpos. Ellos solos arreglaban cualquier problema. Incluso los graves. Te enojabas cuando te decía que nuestra relación se basó en lo físico más que en lo químico. Me decías que para tener sexo se puede buscar a cualquiera, que entendiera la diferencia entre hacer el amor y el más puro instinto. Y supongo que tienes razón, pero desde que descubrí que el placer es la felicidad de un momento y que el amor se fija más en otras cosas empecé a disfrazar la pasión con el amor, y al final, nos jodimos mutuamente.



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Amarnos fue peor que querernos

          Alguien se atrevió a hablar   

Estuve enamorada. Ya no sé cuándo, ya no sé de quién. Sin embargo, sentí ese cosquilleo en la mente y en el corazón. ¿Te amo? Te amé, es lo más próximo. Me doliste con tanta intensidad que ahora ya no siento nada. Solo me falta sacar tus palabras de mis oídos, limpiar de mis labios el sabor agrio y dulce de los tuyos e investigar donde se encuentra el olvido para dejarte con él de una vez por todas. Para siempre. Que lástima que el amor duela cuando debe fortalecer. Que lástima que queriéndonos tanto se interponga la ausencia y el malestar. Que lástima que no lo cure un detalle, un te quiero o un poco de atención. Que lástima que queriéndonos tanto todo se reduzca a polvo, y dentro de poco, en un sutil e indiferente olvido.

                             
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martes, 19 de marzo de 2013

Plumas negras

          ¿Quieres decir algo?   


Agitaba sus alas sobre el suelo de negras plumas sin alzar el vuelo. Agitaba sus alas sin conseguir rozar el azul del cielo. Unas oxidadas tobilleras de hierro resonaban sobre sus pies descalzos en su intento de agitar sus negras alas para alzar alto el vuelo.
Mas sus finas manos dibujaban en el cielo gráciles siluetas para agarrar, alcanzar, impulsarse... deseado vuelo.
Se arrodilla, sostiene entre sus manos los barrotes de aquella cárcel prisionera donde con tristeza arranca sus plumas negras de luto.
Una voz resonó. Un eco.
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sábado, 16 de marzo de 2013

Y palabras para volar

          Alguien se atrevió a hablar   

De las tardes y calles
húmedas y encharcadas
las gotas del río desbordado por la vereda en la que no te sumergiste
De las noches heladas, bulliciosas y estresantes
el deseo extenuante de verte partir con delicia hacia los extremos lúcidos de la sobriedad
De las canciones de odio, grito y mesura
las melodías regadas en la parte de atrás para no ser mas escuchadas, ni en pesadillas, ni en la radio
y de esa fabulosa cordura de la que constas
mi repulsión en zanjas de absurdos

Ha llegado un limite del que los fines no pueden prescindir
no hay dirección, señalización, limites de velocidad,
ni niños cruzando la calle y padres que corran atrás de ellos
no hay avisos, ni secuencia de palabras en una de nuestras tristes conversaciones sobre nada que tenga algún tipo de relevancia dentro o fuera de nuestras vidas

Perfecto hijodeputa del que me he hecho cómplice
engañosos prejuicios de los que me hice aliado
exterminio de ideas en campos de concentración devueltas en jabón para limpiar sesos


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sábado, 9 de marzo de 2013

jueves, 7 de marzo de 2013

Algunas gotas de lluvia no son solo agua

          2 se atrevieron a hablar   
















Sé que debería salir fuera y enfrentarme al mundo, o peor aún, quedarme dentro y asumir todos los sueños que se han quedado sin cumplir. Pero solo tengo ganas de quemarme la punta de los dedos.
Ya saldré cuando pueda volver a contar historias de nosotros, deje de hipnotizarme el azul eléctrico del fuego, o, en su defecto, se apaguen todas las velas.

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miércoles, 6 de marzo de 2013

domingo, 3 de marzo de 2013

Honestamente

          5 se atrevieron a hablar   



Como pasar de cero a cien en un segundo.
Ver algo sublime.
Que te tiemblen hasta los huesos.
Notar los saltos del corazón intentando escapar.
Caer de golpe y frenar en el último segundo.
Notar las sienes palpitantes.
Tomar una bocanada de aire y que te siga faltando el aliento.
Reírte de los héroes y reinventar leyendas.
Un beso tras la oreja.
Huracanes en el estómago.
Nadar en los océanos de una mirada.

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